FALFURRIAS, Texas — A finales del siglo 19, cuando los enfermos no podían encontrar una cura para sus dolores, acudían a Don Pedro Jaramillo.
Jaramillo, conocido cariñosamente como "Don Pedrito", era un curandero que se estableció en la zona de Los Olmos, al este de Falfurrias.
No tenía capacitación médica pero curaba a los enfermos con remedios caseros que incluían hierbas, verduras, lodo e incluso agua.
Lourdes Treviño Cantu, curadora del museo del patrimonio en Falfurrias, compartió una historia de cómo Don Pedrito descubrió su toque sanador.
Un día, mientras viajaba, se detuvo a descansar bajo un árbol, una rama cayó sobre su cara, le golpeó la nariz y le dejo una cortada.
"Estaba en tanto dolor que no hayo mas que ir a donde estaba el río, se puso agua y de ahí se puseo el zoquete".
Jaramillo aplicó este tratamiento durante tres días y tres noches y en la última noche escuchó la voz de dios diciendole que desde ese momento tendría el poder de sanar gente.
La primera persona a la que Don Pedrito sanó después de adquirir sus poderes de sanación fue a su patrón; la voz se corrió rápidamente y pronto, cientos de personas visitarían el jacal de Jaramillo. Otros le enviaban cartas, todos en busca de una solución a cualquier problema que tenían, tanto físico como espiritual.
La abuela de Treviño Cantu, Marcela Galindo Treviño fue una de las que experimentó los poderes de Don Pedrito.
Ella era su vecina y cuando comenzó a perder la vista, acudió a él.
"Le dio que comiera tomate entero de bote número cinco", dijo. "Yo no puse cuidado, pero cada que veo los retratos de mi abuela no tiene anteojos".
Don Pedro Jaramillo falleció en 1907 y fue enterrado en un terreno sobre la FM 1418 en Falfurrias, allí se estableció una capilla y hasta este día la gente deja flores e imágenes y le rezan por sus poderes sanadores.
Aunque muchos consideran a Don Pedro Jaramillo un santo, él no lo es. La iglesia nunca lo ha reconocido como tal y a diferencia de otros curanderos, Don Pedrito nunca cobró por sus servicios.
"El dinero lo aceptaba para comprar harina y frijoles y cafe para la gente que venia y se encampaban ahí", dijo Treviño Cantu.
Jaramillo nunca se casó, pero adoptó a dos niños .
Su historia y leyenda continúa viva en los corazones de los creyentes.